En Naturaleza Humana, curada por Patricia Martín, -por medio del trabajo escultórico- el artista crea formas que exploran una amplia gama de emociones primigenias.

Sobre la explanada del museo se levantan dos majestuosos gigantes de piedra The Ecstatic y The Serene—los cuales forman parte de la instalación anteriormente exhibida en el Rockefeller Center de Nueva York—. Estos gigantes, formados por trozos cúbicos y rectangulares de granito, fueron cortados y pulidos para crear figuras antropomórficas. Las superficies naturales e irregulares de la piedra quedan al descubierto; no se pretende ocultar los rastros de manipulación, desde su recolección en la cantera hasta el momento de ser expuesta. El trabajo pone en evidencia la verdadera naturaleza de la piedra: material pesado y grueso, marcada por el viento, el clima y la corrosión. Las monumentales esculturas remiten a formas arcaicas y duraderas; la figura humana es representada como una composición simple, pero imponente.

La segunda parte de la exhibición tiene lugar dentro del estudio de Diego Rivera, y está conformada por un grupo de 14 esculturas que repiten y reflejan, en varias escalas, a los gigantes del exterior.

Envueltas en un entorno de piedra y concreto, la presencia simple y natural de las obras se asocia con el basalto que recubre las paredes y pisos del museo.

Las esculturas de Rondinone establecen un diálogo natural con la arquitectura del Anahuacalli, no sólo por estar creadas con piedra, sino por evocar un retorno a lo primigenio, a los orígenes. Asimismo, estas piezas fueron comisionadas y exhibidas por el Rockefeller Center en Nueva York, espacio que hace 80 años le pidió a Diego Rivera la creación de un mural, que luego fuera destruido por diferencias ideológicas.