MACHAMA

Diego Rivera, siempre rodeado de mujeres, admiraba en ellas el poder de la fertilidad y la sabiduría femenina: les amaba. Esta atracción se impregna en su colección de arte originario que abrigó en el Anahuacalli.

La “pirámide” -como muchos la nombran- es una construcción del siglo XX inspirada en la arquitectura prehispánica, en la obra de Frank Lloyd Wright y en la estética del funcionalismo. Levantada en piedra para contener las creaciones de civilizaciones antiguas.

Este edificio, de estructura tan masculina, pero de entrañas femeninas, es el marco ideal para albergar la obra de Adelia Sayeg. Como lo hace el Anahuacalli, los objetos de Adelia transitan entre lo vegetal y lo mineral. Diego, como Adelia, es un observador minucioso y obsesivo de la naturaleza. Ambos creadores compulsivos, trabajan febrilmente con una profusión de elementos que también se observan en cerámica tan antigua como la de pastillaje teotihuacano.

Las piezas de Adelia bien pueden ser vestigios de un pueblo de amazonas o los utensilios de una matrona que acarrea agua en un paisaje desértico y post-apocalíptico. Casi restos arqueológicos del futuro, su cerámica es herramienta para mostrar la belleza de la ruina y el derrumbe.

Estas piezas son objeto y, a la vez, lugar. Son paisajes, laberintos, ciudades en miniatura llenas de elementos colgantes, fuerzas en constante movimiento, engranajes, pesos y contrapesos. La obra de Adelia juega con el equilibrio.

Por otro lado, sus piezas también tienen entrañas de desbordante sexualidad femenina. Machama (anciana sabia) no sólo es un homenaje a las mujeres fértiles y poderosas en el árbol genealógico de la artista, sino una ofrenda a lo femenino, a la sabiduría ancestral de las mujeres, que empodera tanto a las abuelas de su familia como a las de un linaje universal. Adelia Sayeg está en el Anahuacalli porque le devuelve a la naturaleza su sentido sagrado. Machama recrea la dualidad en la que creían nuestros antepasados y de la que, también, Diego se nutrió.

Adelia Sayeg (1962, CDMX)

Durante su trayectoria ha participado en más de 90 exposiciones. Varias de ellas han sido individuales, realizadas en México, Estados Unidos y en algunos países de Europa y Asia. Ha participado en la Bienal de Florencia, la Bienal de Latinoamérica en Nueva York y en dos ocasiones en la Bienal de Cerámica Utilitaria en el Museo Franz Mayer. Sus más recientes exposiciones fueron 50ydos en el Museo Textil de Oaxaca (MTO) y Rituales en el Museo del Antiguo Arzobispado.